Te mienten en la cara, lucran con ello y cuando intentas desenmascarar la farsa, te persiguen y harán todo lo que el poder y el dinero pueden lograr para que dejes de molestar. Todd Haynes dirige Dark Waters (2019), una película escrita por Mario Correa y Matthew Michael Carnahan, basado en un artículo de Nathaniel Rich titulado «The Lawyer Who Became DuPont’s Worst Nightmare», aparecido en el New York Times Magazine en enero del 2016.
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo un grupo de científicos que se denominó el Proyecto Manhattan, los cuales se hicieron conocidos sobre todo por el resultado de las bombas atómicas lanzadas en Japón en agosto de 1945. Aunque uno de sus productos menos conocidos pero igual de nocivos para el planeta fue el PFOA, por sus siglas en inglés, renombrado como C8, bautizados cariñosamente como teflón, un producto que se ha llevado por todo el planeta en forma de envases, alfombras y sobre todo en forma de sartén antiadhesiva, artículo indispensable en la cocina de las amas de casa estadounidenses desde 1961. Pero DuPont, la empresa responsable de este invento revolucionario, esta cadena indestructible de carbono, que empezó su existencia en el mundo como cobertura de los tanques que vencieron a la Alemania nazi, ocultó durante décadas que en los alrededores de su planta de Parkersburg, Virginia Occidental, estuvo enterrando desechos tóxicos que luego envenenarían el agua y el aire, a sabiendas de lo que hacían, pues sabían de sus efectos nocivos desde la década de 1950, antes incluso de que sacaran las sartenes de teflón.
Este es el punto de partida de este biopic acerca del abogado corporativo y socio de la prestigiosa firma Taft, Robert Bilott, defensor de las grandes empresas químicas que un día recibe la visita de un vecino de su abuela. Aquella visita cambiaría para siempre su vida, pues iniciaría una desigual lucha contra la gigantesca DuPont.

La película se plantea como una línea cronológica que va desde la década de 1970 hasta el la segunda década del siglo XXI y se centra en cómo Bilott va develando el tóxico secreto de la empresa, la cual es prácticamente dueña del pequeño pueblo de Parkersburg y su enorme poder se hace sentir precisamente en que hayan pasado a la fecha más de veinte años desde que el abogado socio de la firma Taft iniciara su demanda contra ellos y en los que DuPont ha llevado al sistema a su límite, deformando informes científicos y engañando o aburriendo a la gente para que estos crean que no tiene ningún sentido luchar contra ellos.
Es difícil mantener atento al espectador por más de dos horas con un tema de esta naturaleza, en la que no hay grandes escenas o giros de guion, pero la historia está contada de manera tan sólida que atrapa tu atención de principio a fin, con un aceptable manejo de la tensión dramática y con actuaciones que no son sobresalientes, pero que cumplen con llevarte por el drama del abogado interpretado por Mark Ruffalo, quien no está mal, aunque este no es de cerca uno de sus mejores trabajos. Tampoco está mal Anne Hathaway, en el papel de su esposa Sarah, personaje que por momentos aparece poco definido, un tema que quizá pudo ser tratado mejor. Entre las demás apariciones hay que destacar la presencia de Bill Pullman, de escenas muy cortas, pero en las que destaca claramente, quizá porque tuve la sensación de que en cualquier momento iba a dar un discurso a lo Día de la Independencia. Pero no, no pasó.

El discurso político de la película es claro, pero no desvirtúa el producto final, que está lejos de ser un panfleto. Es más bien una denuncia bien lograda, que consigue sensibilizar al público acerca de los peligros del uso del teflón, sustancia que hasta el día de hoy se sigue comercializando en países como el nuestro, el cual ha sido históricamente el vertedero del vecino del Norte. Pueden conseguir la película en distintos portales o alquilarla también en Google Play.
Por Christian Ávalos.