Katherine Powell (Helen Mirren), una oficial de la inteligencia militar británica, lidera una operación secreta para capturar a un grupo de terroristas en Nairobi, Kenia. Cuando se da cuenta que los terroristas están en una misión suicida, ella debe cambiar sus planes de ‘capturar’ por ‘matar’. El piloto estadounidense de drones Steve Watts (Aaron Paul) recibe la orden de destruir el refugio donde se hallan los terroristas, pero una niña de nueve años ingresa en la zona y podría sufrir daños colaterales letales.
Las imágenes del inicio y fin de la película son vitales.
Inicio: Un padre repara con gutapercha el ula ula de su hija. Están en Kenia, en una zona, controlada por fundamentalistas islámicos, donde el juego y el estudio están vedados para las menores.
Fin: La niña jugando con el ula ula (aquí ya se sabe que pasó con la niña).
Enemigo invisible se hace interesante en la medida que nos muestra cosas nuevas sobre la jerarquía y herramientas militares.
Por un lado, los avances tecnológicos no solo han cambiado el día a día de gran parte de la población mundial, también han modificado las estrategias militares de los países en conflictos armados. Aquí tenemos el uso de ‘drones’, algo que antes sólo estaba en películas de ciencia ficción, ahora si está en la realidad, y queda perfectamente plasmado. El guionista, Guy Hibbert, comentó que la idea se generó cuando asistió a una feria de armas en París, en la que cada fabricante había llevado una diferente clase de ‘drones’, y escuchaba a los militares expresar su preocupación por lo que pasaría al momento de tomar decisiones usando ‘drones’, ya que, obviamente, en una guerra tradicional las decisiones se toman en el campo de batalla porque están ahí mismo.

Y del otro lado tenemos la dinámica militar. Vemos cómo las decisiones se toman desde lejos, a través de llamadas telefónicas, chats y videoconferencias, pero siguiendo siempre el mapa de autoridad, e incluso de consultoría. Podemos apreciar esto claramente cuando pierden el ‘dron’ y dicen que tienen que tomar la decisión ahí mismo, y aún así alguien de los de autoridad pide que contacten a un superior. También podemos verlo, cuando el personaje de Helen Mirren tiene que consultar si legalmente pueden hacer o no ese movimiento, y el tipo al que consulta le dice que mejor será que confirmen con otro. Además, ojo, ésta es una operación en conjunto en las que están involucrados tanto Inglaterra como Estados Unidos y tienen que ver que ninguna ley se quebrante, o claro, que ninguno de ellos resulte ‘manchado’.
Pero, el centro de la película es qué decisión tomar. ¿Se envía los misiles y se mata a la niña, o dejan que la niña viva con el riesgo de que después cientos mueran en ataques terroristas que saldrán de ese lugar?

Cada personaje tiene su postura. Helen Mirren, quien dirige la operación, promueve el ataque cueste lo que cueste (recordemos que maquilla los porcentajes de daños colaterales); Alan Rickman, quién quiere comprar una muñeca suponemos para su nieta (si, para una niña!), también apoya el ataque dado que el ha estado en el campo de batalla y piensa que se ahorrarán más vidas así; Aaron Paul, el encargado de lanzar el misil, se niega en varios tramos, pero al final sólo tiene que seguir órdenes; y así, varios de los otros personajes brindan pinceladas que ayudan a humanizar el drama.
No podemos negar, que se hace todo lo posible por salvar a la niña, se le compra sus panes… para que ella los vuelve a vender!! Y luego tenemos a otro niño que corre hacia ella, y le compra los panes… pero ella no se va lo suficientemente rápido. Te das cuenta, todos los que tienen algo que ver con la operación pero no están de acuerdo con lanzar el misil – el infiltrado en Kenia que casi la salva, la representante en la sala de decisiones, los de la sala de misiles, el tipo que calcula el porcentaje de daño que causará el misil, por mencionar algunos – van a cargar con la muerte de la niña para el resto de sus días.
Además de eso, hay otra cuestión: la reacción de la población ante los operativos. El mismo director, Gavin Hood (también aparece en la película), la plantea: “¿Acaso los ataques aéreos, que inevitablemente generan bajas civiles, están generando un sentimiento anti-occidental tan grande que cualquier éxito que puedan llegar a tener al eliminar a un individuo de gran valor, se ve opacado por la creciente animosidad por occidente? Esa es una pregunta de propaganda. En la guerra, la propaganda es una herramienta extremadamente importante. ¿Estamos creando propaganda negativa hacia el occidente a través del uso de aviones no tripulados?”.

Otra cosa para tener en cuenta es el título de la película. Si bien, traducido en la mayoría de países hispanohablantes como Enemigo Invisible; la traducción literal sería El Ojo en el cielo (el título en inglés es The Eye in the Sky, y lo mencionan en la película). ¿No les parece esto una referencia a que la mayoría de los personajes de la película, al tener que tomar una decisión que define la vida o muerte de alguien, juega a ser Dios?
De cualquier forma, la película te captura en ésta encrucijada. Las actuaciones muy buenas: Helen Mirren no se ve con menos determinación, incluso la odias un poco; Alan Rickman en la que es su última interpretación, sólido como siempre; y Aaron Paul (si, el de Breaking Bad) muy convincente.
Recomendable.
Por Christian Ávalos
Pd. La banda sonora también está muy buena.