Lúcido y bien documentado, Lucien Polastron nos presenta un fascinante y oscuro resumen de la destrucción de las bibliotecas a través de la historia. Desde que la humanidad inventó los primeros códigos para representar palabras sobre un soporte sólido, la palabra escrita ha sido la gran herramienta que motivó los cambios a lo largo de la historia, pero también ha estado constantemente amenazada por la destrucción. No solo por el fuego, como indica el título, sino también por el agua, por la guerra, por el pillaje.
La guerra y la invasión es quizá la más conocida de las razones por la que se han destruido bibliotecas: Cuando un pueblo cae en manos de otro, el vencedor tiene la necesidad de escribir su propia historia y la escribe según su propia conveniencia, así que empieza a desaparecer las huellas de las culturas vencidas.
Esta visión genocida llega a su más oscuro momento con la quema de libro en la Alemania nazi de mayo de 1933: con la finalidad de desaparecer los vestigios de la cultura judía, por considerarla corrupta. Claro, esto fue uno de los aspectos menos salvajes de lo que sucedió por esos años en Europa.
Pero no solamente en momentos de conflicto se destruyen bibliotecas: los incendios son también frecuentes en las bibliotecas; los robos de los usuarios que las grandes bibliotecas no están dispuestas a aceptar y muchas otras razones que hacen que la destrucción de libros siga siendo una amenaza constante. Incluso este problema tiene un aspecto medioambiental y tecnológico. Sobre este último, con la excusa de digitalizar un libro es posible que muchas bibliotecas se deshagan de libros antiguos por considerar que ya no son necesarios y esto es pocas veces conocido por los usuarios.
En suma, este libro es muy recomendable para tener una visión general de este aspecto de la historia de los libros.
Por Christian Ávalos