Por una corta temporada se presenta Humedad, obra escrita por la mexicana Bárbara Colio y dirigida por David Carrillo, en la que actúan él y Anneliese Fiedler, en un retador montaje en el cual cada uno de ellos tiene que interpretar tres papeles distintos. Esta obra fue una de las que se vieron afectados por la cuarentena dictada en el contexto de la pandemia de la COVID-19, y la cual, irónicamente, nos habla del encierro de dos parejas en el hotel de un pueblo del que no pueden salir por las pésimas condiciones climáticas ocasionadas por una lluvia que no cesa.
Como me sucedió anteriormente con un texto de Bárbara Colio, esa es una historia que te va atrapando poco a poco y que te va interpelando a cada instante, más aún con su más que sugerente subtítulo: «El otro suele vivir dentro de uno», y es que ¿estamos en un pueblo maldito? Cómo no pensarlo. Es un pueblo muy creyente en el mito de un santo que venció a la tentación de la lujuria infringiéndose terribles heridas en todo su cuerpo y como parte de su folclore se toma un vino del que se dice te hace borrar casete después de una orgía de más de tres días.
Volviendo al tema del subtítulo. ¿Son los personajes Él y Ella fantasmas o son, víctimas de la ingesta de este vino, personas que se desdoblan y así se van acercando a la locura y al éxtasis hasta perder toda noción del tiempo y del espacio?


Me quedaría con esta última interpretación que le añadiría un elemento más a los conflictos de pareja que plantea el texto. Por un lado tenemos el hastío por el encierro y el extravío, la desmotivación de una pareja que está en el pueblo obligada no solo por el evento climático, sino también por el trabajo de Él, que se relaciona directamente con el culto de ese pueblo y que es mal visto por ser un elemento extranjero cuya herejía de tocar el puente puede ser castigado con la lujuria y la perdición. Y esto porque la historia del «santo» resalta mucho las virtudes castas de este hombre que prefiere la automutilación al delicioso.
Y aunque por el lado de Los Otros también hay hastío, este tiene una causa distinta, es la urgencia de salir para unas vacaciones prometidas. Están atrapados en ese pueblo de manera azarosa, y esto vuelve en un energúmeno al esposo de la Otra, la cual maneja mejor sus emociones y trata de pasarla bien en esa parada «temporal».
El concepto de humedad está presente en todo instante y representado de forma distinta: en la lluvia, en el río, en la ropa que no seca, en la creciente libido de los personajes, la que finalmente explosiona y deja tras de sí un alud, literalmente.
Es de resaltar el esfuerzo hecho David Carrillo que tuvo una doble responsabilidad al dirigir el montaje, pero también al protagonizarlo, una labor cuyo resultado final tienen que ver y sólo tienen hasta el domingo 12 de marzo para hacerlo, a las 8 p. m. en el Nuevo Teatro Julieta.
Por Christian Ávalos.