“Sin novedad en el frente” es un recordatorio maravillosamente narrado sobre lo terrible que es la guerra. Es una novela escrita por el alemán Erich Maria Remarque que ya ha tenido tres adaptaciones al cine. Esta, la más reciente, la que está disponible en Netflix, es la que nos convoca en esta ocasión, pues es una de las películas que más nominaciones ostenta para la edición de este año de los premios Oscar.
En esta historia podemos seguir al grupo de amigo encabezados por Paul Bäumer, interpretado por Felix Kammerer, quienes están muy entusiasmados por enlistarse y dirigirse al frente llevados por el extremo sentimiento patriótico que inflama los corazones alemanes. Los jóvenes son exhortados a dar la vida por el káiser, por Dios y por la patria en el campo de batalla, bajo la promesa de una pronta toma de París, la capital del enemigo a quien ya habían aplastado décadas antes en la guerra franco-prusiana. El exceso de confianza y la soberbia de la clase dirigente es traducida en un entusiasmo ingenuo y alienado por parte de los jóvenes que solo van a morir en el frente como carne de cañón.
Y la película, de tono marcadamente antibelicista, te recibe con una secuencia bastante cruda y explícita cuando, en primer lugar, contrasta la armonía y la paz de la naturaleza contra el horror de los hombres luchando contra otros por un gobierno que solo los ve como piezas reemplazables. El montaje te muestra cómo los cadáveres de los soldados alemanes son despojados de sus uniformes para que vuelvan a ser utilizados por la siguiente camada de soldados descartables.


El director de la película Edward Berger logra recrear los horrores de la guerra con bastante realismo y en su visión despoja de triunfalismos o de cargas de resentimiento su discurso, el cual solo nos advierte que la guerra es un mal en el que pierden sobre todo los que combaten y no los que los envían a morir. No solo nos lo dice con las sucesivas olas de ataque aliado contra el ejército alemán, las cuales constituyen unas muy bien logradas secuencias de batalla, crudas y terribles, sino también con la desidia con la que el alto mando de este ejército trata a sus tropas, las que pasan hambre y frío contra las comodidades de la cúpula militar.
Complementa esta visión antibelicista del conflicto del guion las secuencias en las que se va resolviendo el destino de la guerra entre políticos y militares, en donde también somos testigos de la mezquindad de los generales que más están preocupados por la amenaza bolchevique que por la vida de los reclutas, los que cada vez llegan más jóvenes al frente de batalla.
También la película resalta el sentimiento de fraternidad que envuelve a los soldados alemanes, luego de pasar en algunos casos años juntos en las trincheras, y nos muestran que, pese a las circunstancias, ellos tratan de mantener la cordura en un mundo cruel que les ha arrebatado la juventud y a veces también la vida. No hay lugar para finales felices en un mundo exacerbado por la violencia.
Por Christian Ávalos.

