Natalia Cárdenas Claux ganó en el 2022 el primer Premio Nacional de Dramaturgia de La Ira Producciones con la obra La mancha, que está en temporada en el Teatro de Lucía hasta el 27 de marzo. Cuenta con las actuaciones de Lilian Schiappa-Pietra (Juli), Cindy Díaz (Talía), Alicia Mercado, Sebastián Rubio (Sebas) y Juan Carlos Pastor (Jorge) y la dirección de Daniela Lanzara, y podría entenderse como la historia de un grupo de amigos a quienes su silencio los alcanza catorce años después contada desde distintas líneas temporales a veces muy parecidas entre sí.
Talía vuelve después de casi una década y media a visitar a una vieja amiga a la que dejó colgada con un contrato de arrendamiento —pues vivían juntas— y con muchas preguntas en la cabeza. ¿Por qué se fue así? ¿Por qué no me dijo nada? Su repentino silencio dejó muchas dudas que se fueron sedimentando hasta que volvieron a ser removidas con su retorno y con ello las mismas bases de la actual vida de un grupo de amigos que se conoce como la Mancha, quienes eran los más cercanos de Talía en el pasado.
Valiéndose de la polisemia del término mancha, esta es presentada como el término peyorativo que usan para un cuadro que está en una posición principal en la sala del departamento de Juli, pero también para significar el silencio ominoso que Talía mantuvo por catorce años. En algunas líneas temporales ella cuenta su verdad sin filtro y en otra va cediendo a la presión de Juli y de Sebas: debe callar porque ahora su agresor está casado con una de las amigas y todos ellos dentro de poco estarán reunidos.
¿Pero en realidad debe callar? ¿Qué esconde el silencio? La propuesta directoral quiere o intenta introducirnos dentro de ese silencio violento y culposo (porque lamentablemente las víctimas también sienten culpa) con una atmósfera roja que sirve de solución de continuidad cada vez que se cambia de línea temporal, que es una especie de radiografía en el espíritu de estos atribulados personajes. Aunque también es usada con otros propósitos, lo que hace que sea un poco difícil descifrar qué nos quieren decir con el uso de estas transiciones y hace que pierda su expresividad.


Es aquí resaltante los sentimientos de culpa y consternación que invaden a Juli, como si el conflicto de Talía la afectara de un modo especial. Luego nos enteramos de por qué, y así podemos confundir esa actitud suya con hipocresía o con otra cosa aún peor: complicidad.
Destaco aquí sobre todo las actuaciones de Díaz y Schiappa-Pietra. El texto de Cárdenas Claux puede parecer una lectura superficial, algo convencional; sin embargo, va tomando fuerza con cada cambio y no decae así desacelere y se vuelva más introspectiva; mantiene ligereza sin necesidad de abusar de alivios cómicos, porque el texto parece decirnos también que este no es un tema con el que se pueda bromear. De hecho, aunque es el personaje de Sebastián Rubio el que tiene que aliviar las escenas cargadas, pasa de la actitud de no querer revelar nada a ser el que grabe la confesión de Jorge, interpretado por Juan Carlos Pastor, de breve aparición.
Con un tema como este, en el que es fácil caer en lugares comunes y proclamas que le reduzcan su condición de obra de teatro al texto, la dirección logra mantenerse coherente en su propuesta, salvo por el detalle menor de que hacia el final la obra deja de lado lo que ella misma propone, pues de los inicios presentados, solo tenemos una resolución, en la que Talía y Juli se quitan las manchas de encima para ser redimidas por la luz.
Por Christian Ávalos.