El 25 de mayo del 2023, se estrenó la obra Pequeñas infidelidades del dramaturgo argentino Mario Diament, dirigida por Francisco Lumerman y estelarizada por Patricia Villalobos y Javier Valdés. La temporada va de jueves a lunes hasta el 26 de junio en el Teatro de Lucía.
Nada es casualidad. Cuando Emma se encuentra a Alejandro en aquel departamento que él quiere comprar nada de eso fue un hecho azaroso, pero tampoco es un hecho que fue regido por las estrellas o frivolidades similares. Emma se encuentra con su ex y aprovecha la oportunidad de hacer una especie de necropsia sobre la relación que mantuvieron por ocho años (uno de novios, siete como esposos).
En un espacio casi vacío y sin salidas dos personas que no se ven desde hace veinte años reviven una relación que no salió muy bien por los muchos secretos que Alejandro tuvo con su entonces esposa Emma. Esta va desentrañando capa a capa las razones que hicieron fracasar su relación. Pero la obra no se detiene ahí. Este es un texto engañoso, truculento. Empieza como el “casual” encuentro de dos personas que estuvieron casadas hace veinte años y se va convirtiendo poco a poco en una investigación policial, en un relato oscuro sobre delitos encubiertos en alcohol y en recuerdos selectivos.
La historia que se nos cuenta va cambiando el humor por el thriller; dicha transición incluso se da a un ritmo pausado, a veces incluso a un ritmo demasiado pausado, con silencios que intentan crear en el espectador la sensación de ser una parte de la discusión y no solo un mero voyeur.


La propuesta escénica, por momentos solo provoca la sensación de encierro, de la imposibilidad de un escape, lo que se va acentuando por la manera como se conduce el diálogo. ¿Cuál es el problema de Alejandro? ¿Por qué no quiere escapar de una situación que a todas luces saldrá mal para él? Es tal vez la culpa o el morbo.
¿Y qué es lo que impulsa a Emma? Yo no creo que sea ni amor, ni el espanto, pero tampoco la venganza. Es quizá un reclamo tardío de justicia, un impulso que no la deja tranquila, y que confunde con sus otras motivaciones personales (que, bueno, está bien, puede que incluya la venganza), todas válidas para desenmascarar al hombre que entró de manera voluntaria a la trampa tendida para él.
Es interesante como la obra de Diament se vale de esta premisa para plantearnos su visión del matrimonio y de la fidelidad. Y aunque las llame pequeñas, me parece que él y sus personajes saben que no existen tales pequeñeces. Cuando uno desentierra los muertos, estos adquieren su real dimensión y no hay manera de negarlos cuando estos surgen de la parte oscura de memoria llevados por la lujuria y el alcohol.
Ambos intérpretes se esfuerzan por presentarnos dos personajes creíbles y heridos profundamente, reviviendo culpas que ya nunca los dejarán dormir en paz.
Por: Christian Ávalos